Tras el encajado del movimiento, se evalúa una vez más la precisión cronométrica. El relojero procede a los últimos ajustes para que cumpla con las exigencias de Rolex.
A continuación, el relojero enrosca el fondo de la caja y entonces el reloj se pone a prueba, al menos durante veinticuatro horas. Esta prueba, propia de la marca, permite verificar el buen funcionamiento de su movimiento.